Out of the blue...

Comencé buscando unas entradas,.. las que cuidé como hueso santo, las que NUNCA pensé que podía llegar a perder, las que estaba "segura" de que estaban por aquí, guardadas en alguna parte.

Busqué en los clósets, en los cajones, entre los libros, en las paredes...en mi pieza, en el estudio, en la cocina y en el living.  Me dieron las 9,  la 1, y las 3 de la mañana,  y así sucesivamente pasaron las horas y no pude encontrarlas. 

Las entradas estaban perdidas, aparentemente, para siempre, quizás en una dimensión paralela, así que por más que las buscara, sabía en mi interior que no las iba a recuperar.

Absorta, impresionada por mi descuido, sentada en medio de un millón de cuadernos y confusiones, comencé a intentar recordar. No era nada fácil, mi memoria últimamente no funciona tan bien, pero podía viajar un poco más atrás y más atrás y más atrás hasta que mientras inundada de recuerdos de todo tipo, reales e inventados, mis manos se encontraron con una ficha de hace mucho tiempo. Era un tríptico de medicina -la carrera de mis sueños-... En dicho tiempo, cuando la guardé, estaba segura que sería médico, porque jamás si quiera consideré otra carrera. Era "LA" elegida desde siempre y no había posibilidad para pensar en otra.

Sin previo aviso, a una velocidad infinita, salté al vacío... mis brazos, mis manos, mis piernas, mi cabeza y mi corazón chocaron contra una pared de recuerdos hecha de concreto. Me estrellé sin ningún tipo de protección.... indefensa, herida, aturdida, confundida, completamente desnuda.... estaba hecha añicos. 

Fue entonces cuando me di cuenta, que nuestras cosas son una metáfora de nuestra vida, pues así como las entradas que buscaba, yo también estaba perdida. 

Fijé la vista en esa ficha de medicina que encontré una vez más, que me recordaba los sueños que traía conmigo donde quiera que fuese, y me percaté lo mucho que me había desviado del camino...  lo extraviada que estaba yo también.

Brotaron una y mil lágrimas de mí... ya no por las entradas que perdí, sino por encontrarme absolutamente perdida de la ruta... de MI ruta. 

Lloré un rato, culpé a las circunstancias tontamente. 

"Las circunstancias no tienen la culpa", pues somos nosotros mismos los arquitectos de nuestras vidas.

Medité hasta la mañana en el más íntimo silencio... repasé los errores,... ¿en qué momento me alejé?.

Despejé mi mente. Aclaré mis ideas. 

Me sequé cualquier indicio de lágrima con la manga de mi polerón y agradecí lo vivido.

Me levanté con fuerza y dignidad, y retomé mi búsqueda literal y metafórica:

Nunca es tarde para encontrar los boletos de U2... y mucho menos, para regresar al camino de mis sueños.

;)